Medellín se convirtió en la primera ciudad de Colombia en formular un Perfil de Resiliencia con apoyo internacional, que se convertirá en una hoja de ruta para que la ciudad enfrente los desafíos globales y locales del desarrollo sostenible, además de contribuir al logro de las metas trazadas dentro de la Agenda 2030.
Fue construido bajo la metodología del Programa de Ciudades Resilientes de ONU–Hábitat, en cooperación con el Ayuntamiento de Barcelona, ONU–Hábitat y CIDEU.
La construcción del perfil contó con la asesoría de ONU-Hábitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU). A través de talleres de diagnóstico altamente participativos, liderados por el Departamento Administrativo de Planeación, se involucraron servidores públicos, expertos técnicos, representantes de la academia, organizaciones sociales y empresa privada.
“Proponemos una hoja de ruta para el Distrito basada en acciones orientadas a fortalecer la resiliencia en temas como la movilidad sostenible, el fortalecimiento del desarrollo económico sostenible, la equidad de género y el fortalecimiento de la confianza institucional. Se espera contar con un instrumento para fortalecer las capacidades de resiliencia urbana de la ciudad y sus habitantes”, expresó el director del Departamento Administrativo de Planeación, Alejandro Muñoz Botero.
De esta manera, se proyecta que la ciudad desarrolle y fortalezca capacidades de resiliencia (sus instituciones y comunidades), asumiendo de forma activa y preventiva los retos y riesgos por medio de una planificación participativa y articulada, que considere los aprendizajes de experiencias pasadas, y la diversidad de posibles escenarios futuros.
Se obtuvieron 52 Recomendaciones de Acciones para la Resiliencia (RARS), basadas en planes, políticas e iniciativas que buscan impactar, de manera positiva, asuntos prioritarios de la ciudad.
En total, se formularon 52 Recomendaciones de Acciones para la Resiliencia (RARS), que se convierten en una guía de actuación para el gobierno distrital, sus habitantes e instituciones, con el fin de proteger y mejorar la vida de las personas a través de un desarrollo territorial sostenible, mayores niveles de generación de empleo e ingresos por un entorno social seguro y favorable, y una confianza en la institucionalidad fortalecida.
Se agruparon en cuatro grandes líneas de acción:
– Resiliencia territorial y medioambiental: capacidad del Distrito para minimizar riesgos ambientales; adaptarse al cambio climático y reducir las vulnerabilidades en futuros eventos adversos asociados al territorio y a los fenómenos naturales. Le apunta a la movilidad sostenible y eficiente, la adaptación al cambio climático y el desarrollo territorial sostenible.
– Resiliencia social: capacidad de las comunidades para enfrentar cambios, retos y amenazas de orden social, político y ambiental. Esta dimensión se orienta a reducir los patrones de desigualdad y a mejorar los niveles de bienestar en pro del desarrollo humano y sostenible del territorio. Le apuesta a la equidad de género, la movilidad social ascendente y el incremento de la seguridad pública y humana.
– Resiliencia económica: capacidad de la ciudad de posicionar y fortalecer su economía, protegiéndose de futuros eventos inesperados, mientras se adapta positivamente hacia un camino de desarrollo económico sostenible. Esta dimensión, se orienta a mejorar la generación de empleo decente, el aumento de productividad y competitividad y la estabilidad financiera y fiscal.
– Resiliencia institucional: capacidad del Distrito y sus instituciones para mantener la continuidad en el desarrollo de políticas y programas, de manera eficaz y eficiente, aun cuando se enfrente a situaciones de crisis. Busca fortalecer la confianza institucional, la efectividad de las políticas públicas y la optimización de recursos para la inversión social.
A través de su historia, Medellín se ha considerado un referente internacional de “ciudad resiliente”, especialmente por las capacidades que ha desarrollado para superar dificultades asociadas, en gran parte, a la conflictividad y a las violencias urbanas.