Pensar en una Medellín 4.0 supone un reto enorme para nuestra ciudad. Nos hace reflexionar acerca de cómo hacer de la tecnología un espacio incluyente que nos ayude a cerrar brechas sociales y que genere oportunidades de desarrollo para la ciudad, el país y toda la región.
Es preciso recordar que Medellín no se desarrolló al mismo tiempo que sucedían las tres primeras revoluciones industriales. Estas tardaron un poco más en llegar a Colombia. Pero entonces, ¿cómo el país y, especialmente, Medellín, se convierte hoy en un Centro para la Cuarta Revolución Industrial? ¿Cómo Colombia comparte este reto con países como Estados Unidos, Japón, China e India?
Llegar hasta aquí no ha sido un camino fácil. El recorrido ha sido retador: hemos enfrentado los cambios, las dificultades y las necesidades de una ciudad que, históricamente, crecía deprisa en su población, pero que veía la esperanza del progreso como un sueño frustrado por la violencia y la carencia de oportunidades. Esos tiempos difíciles que atravesó Medellín nos han hecho lo que somos hoy: una ciudad resiliente que contempla la innovación como el motor del cambio social y que desea compartir sus buenas prácticas con el mundo.
Estados Unidos, Japón, China, India, Emiratos Árabes Unidos, Israel y Colombia hacemos parte de la Red Global de Centros para la Cuarta Revolución Industrial.
La grandeza de Medellín está en la superación de los obstáculos y en cómo ha logrado convertirlos en oportunidades valiéndose de herramientas como la creatividad, la co-creación y el trabajo articulado de los sectores público, privado y académico. A esto le llamamos innovación y nuestra tarea es ponerla al servicio de los ciudadanos.
No tenemos una receta mágica para el cambio, pero somos conscientes de que nuestra transformación nos ha puesto en el camino adecuado. Hace algunos años Medellín decidió incrementar su inversión en actividades basadas en ciencia, tecnología e innovación: pasamos de invertir 0,7 % del Producto Interno Bruto (PIB) en 2015 a 2,27 % en 2018, y nos convertimos en la ciudad de Colombia que más invierte en estas actividades. Gracias a esto, hoy Medellín está en el ojo del mundo y del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), con el que trabajamos en equipo hace varios años.
Que hoy el WEF nos valide como socios para impulsar desde Medellín el desarrollo y la apropiación de la Cuarta Revolución Industrial en la región, constituye un gran voto de confianza y refuerza nuestro compromiso con el uso responsable de las tecnologías de la información.
Sabemos que los beneficios serán incalculables, pero esta no es una revolución que se medirá en metros cuadrados. Pertenecer a esta red de centros posibilita, entre otras cosas, que podamos desarrollar herramientas para gestionar la gobernanza de las tecnologías, contar con la asesoría de expertos, hacer visible nuestro papel de liderazgo, conectar la tecnología de vanguardia con las necesidades locales y hacer del país un destino más atractivo para la inversión y el desarrollo de los negocios.
En el Centro afiliado en Colombia para América Latina para la Cuarta Revolución Industrial, ubicado en Medellín, nos enfocamos en el desarrollo de inteligencia artificial y aprendizaje automatizado; internet de las cosas, robótica y ciudades inteligentes; y blockchain y registro distribuido.
Desde Medellín, donde se instaló el primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial en Latinoamérica, nos enfocaremos en tres de las nueve tecnologías emergentes: la inteligencia artificial y el aprendizaje automatizado; el internet de las cosas, la robótica y las ciudades inteligentes; y el blockchain y el registro distribuido.
Nuestra tarea será definir el uso de la tecnología para mejorar procesos gubernamentales, cerrar la brecha de la inequidad y aportar al mejoramiento de asuntos que se contemplan desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como la educación de calidad, la equidad de género, el acceso al trabajo, la sostenibilidad de las ciudades y las alianzas para lograr los objetivos, entre otras.
Más allá de una revolución tecnológica, necesitamos una revolución del talento, una revolución educativa y social que nos permita generar empleo de calidad y crear conciencia en torno a temas tan importantes como la equidad, el bienestar común y el medio ambiente. Esta es nuestra oportunidad de prepararnos para el cambio, adaptarnos a él y generar valor a nuestra ciudadanía.
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