Con tres proyectos de intervención integral, en renovación urbana, movilidad y atención a la primera infancia, Medellín se ha convertido en un modelo internacional para superar los bajos índices de desarrollo humano y atender a la población más vulnerable. Desde la ACI Medellín estas son las historias que se cuentan al mundo sobre la transformación de
la ciudad para captar nuevos recursos, posicionar políticas públicas en el país y el extranjero, e intercambiar experiencias.
A pesar de estar separados por 23 minutos y de estar muy cerca del río que atraviesa la urbe de sur a norte, para muchos de los habitantes de la zona Nororiental ir a trabajar o hacer una compra en el centro significaba “bajar” hasta Medellín. Una descripción con la que denominaban el viaje y la desconexión que sentían con su ciudad y que fue llamada por los académicos como una exclusión histórica que por fin se veía resuelta con el metrocable y el Proyecto Urbano Integral –PUI–.
”los de este sector éramos los de la geografía olvidada. No teníamos por dónde caminar, eran casitas sobre casitas a lo largo de la quebrada y por eso decían que esto era El Pesebre”. Luz Marina Gómez, líder comunitaria del barrio La Francia.
Ella no recuerda un barrio distinto porque desde que tiene memoria ha vivido ahí. De su padre heredó un terreno y el espíritu con el que siempre buscaba el bienestar de la gente. No se fue cuando la violencia le robó la tranquilidad, dudó cuando la institucionalidad le prometía un cambio y hoy asegura con certeza que de La Francia sale para el cementerio porque con el PUI le cambió la vida a ella y a más de 170.000 habitantes con 28 proyectos ejecutados en 13 barrios.
Sin embargo, también cuenta con insistencia que nadie creía en lo que el Estado iba a hacer. Ella hablaba con los gestores sociales y los ingenieros de la Empresa de Desarrollo Urbano –EDU– y les preguntaba qué era lo que iba a pasar. Le contaban y ella lo replicaba en reuniones en lugares improvisados como canchas y un billar a unas cuadras de su casa.
“Fue un trabajo permanente y difícil para ganarse la confianza, pero finalmente comenzaron las obras y con ellas tuve más puestos laborales que un bus”. Recibía a los obreros, marcaba la hora de salida y hasta verificaba la existencia de las herramientas. En conjunto con sus vecinos trabajaban por el territorio que habían imaginado y planeado en los Talleres Imaginarios.
Con este PUI se pasaba del miedo a la esperanza, y de la esperanza a la vida, gracias a la ejecución de obras como el Paseo urbano de la calle 106, que incrementó los locales comerciales de 35 a cerca de 250; el Centro de Desarrollo Empresarial Zonal (Cedezo) Santo Domingo Savio para apoyar las ideas de negocio; la Unidad Deportiva y Recreativa Granizal para beneficio de 500.000 habitantes; y la construcción del Parque Biblioteca España, el Parque Lineal Quebrada La Herrera, 126 viviendas y el puente Mirador Andalucía – La Francia que unía dos sectores separados por años, entre otras obras que suman 25.000 metros cuadrados de equipamientos y 125.000 metros cuadrados de nuevo espacio público.
“Medellín logró ser una ciudad innovadora, no por la producción tecnológica, sino por su capacidad de intervención social e integral. Tenemos comunidades que aman sus lugares de residencia, que se sienten parte del Estado y que ven retribuidos los aportes que hacen vía impuestos. Por eso, la ciudad pasó de ser una de las más violentas del mundo, excluyente y fraccionada, a la más innovadora”. Margarita María Rivera, directora de Gestión Social de la EDU,
En la década de 1950, la zona Nororiental era parte de la periferia de Medellín y estaba ocupada por fincas. Luego comenzó a ser apropiada por población que venía desplazada del campo por la pobreza y la violencia, mediante asentamientos informales y dispersos.
Urbanismo Social en Medellín, la escuela latinoamericana
Con referentes internacionales y nacionales como favelas –tugurios– en Río de Janeiro, Brasil; barrios marginales en Barcelona, España, y la transformación urbana de Bogotá, Colombia, en los noventa, en Medellín se configuró el Urbanismo Social como una serie de acciones de planificación e intervención para promover el desarrollo humano integral con participación de la gente.
Con el PUI de la Nororiental, el primero realizado en la capital antioqueña y finalizado en 2004, se creó un modelo replicable que reúne tres componentes: el físico, con la construcción de equipamientos culturales, deportivos y educativos, vivienda y mejoramiento de la movilidad y el medio ambiente; el social, con el fortalecimiento de la participación y la movilización ciudadana; y el institucional, que agrupa la acción gubernamental a través de la oferta de programas para impulsar la apropiación de los espacios y promover la calidad de vida de las personas.
Este modelo no solo aportó fortalezas para que Medellín obtuviera el reconocimiento del “Nobel de las ciudades”, el Lee Kuan Yew World City 2016, entregado por Urban Redevelopment Authority (URA) y Centre for Liveable Cities, sino que también fue la puerta de entrada para que el mundo pasara por Medellín con la gestión de la Agencia de Cooperación e Inversión de Medellín y el Área Metropolitana –ACI Medellín– y se realizaran otros PUI en la comuna 13 San Javier, la cuenca de La Iguaná y en las zonas Noroccidental en El Picacho y en la Centroriental, por el corredor verde del tranvía
de Ayacucho.
El tranvía moderno, la cara del futuro
En el corredor vial que conectaba al oriente del departamento con el centro de la ciudad, por donde transitó una de las líneas del primer tranvía eléctrico en la década de 1940 y por donde llegaban a la plaza de mercado los campesinos con sus coloridas silletas, pasa ahora el único tranvía moderno del país y el primero en rodar de América Latina en el siglo XXI.
Como en el pasado, esta vía de paso, de encuentro y de descanso, hoy, residentes, peatones y viajeros nacionales y extranjeros suben y bajan por los 4,3 kilómetros de recorrido, ven las más de 30 obras de arte urbano popular pintadas en murales y fachadas de viviendas y disfrutan de los más de 113.000 metros cuadrados de nuevos espacios públicos y zonas verdes.
Una de las familias que ha vivido y ha hecho parte de este cambio es la de los propietarios de Pizzas & Lasagna, un puesto ambulante que nació hace 22 años en Ayacucho y que luego se trasladó a local comercial, por la perseverancia y disciplina del ingeniero de alimentos William Lince y de la administradora de empresas Gloria Ledesma.
“Los fines de semana nos dedicábamos al negocio. La venta ambulante era la manera de empezar, pero no era una idea sostenible en el tiempo. Generábamos ventas, pero no capital”, explica William. Por eso abrieron su primera sede en el barrio Quinta Linda, de Buenos Aires, donde pronto se ganaron el reconocimiento y aprecio de los vecinos. Con los deseos de crecer, inauguraron un segundo punto de venta en la avenida Ayacucho y no habían pasado más de treinta días cuando empezaron las obras del tranvía.
“Nosotros no esperábamos que el proyecto fuera a empezar tan rápido, fue una gran sorpresa. Sin embargo, creímos y nos quedamos. Implementamos estrategias de venta para sostenernos y estábamos seguros de que vendría una etapa de recuperación y de ganancias”, sostiene Gloria.
Paralelo al reconocimiento del sabor de las pizzas y las lasagnas, y a la excelencia en el servicio, otro sueño familiar se iba construyendo alrededor de la producción de helados artesanales. Daniela, su hija, heredó el espíritu emprendedor y mientras cursaba el bachillerato hizo un curso de preparación de helados que la marcó. Mientras su padre trabajaba en las fórmulas, los ingredientes y las composiciones químicas para lograr el mejor sabor, ella también se preparaba en ingeniería de alimentos y se alistaba para su siguiente paso: viajar a estudiar a la Universidad Carpigiani en Italia. Después de eso, solo vinieron buenas noticias: la participación y triunfo en el Gellato World Tour en Chicago en 2016 y el tercer puesto en el mundo en 2017 con el sabor Amor-Acuyá, una combinación de chocolate, maracuyá y el amor que la familia Lince Ledesma le ha puesto a todo lo que hacen.
Hoy, desde la sede principal de Pizzas & Lasagna, ellos agradecen no haberse ido de Ayacucho y se sorprenden al ver el mejoramiento de la movilidad, el sentido de pertenencia de la gente y, por supuesto, el incremento de quienes día a día visitan su local por el menú principal o por el postre que ya tiene el reconocimiento mundial de chefs y heladeros.
Un buen comienzo para crecer
Otro de los barrios de la capital antioqueña que se desarrolló principalmente con población desplazada a mediados de los años sesenta y setenta fue Carpinelo, en la comuna 1 Popular, casi al filo de las montañas del nororiente. Desde allí se empezaron a construir casas de madera y techos de zinc, y confluyeron dinámicas violentas que fijaron, con el paso de los años, la atención gubernamental.
En 2013, con la política de atención a la primera infancia de la ciudad y del país, se inauguró el decimocuarto Jardín Infantil Buen Comienzo de la ciudad, para que los niños tuvieran un lugar donde sembrar sus primeros sueños, oportunidades y recuerdos.
Bajo el diseño y la ejecución de la EDU, se construyeron 1.556 metros cuadrados de equipamientos, 598 de espacio público y 2.050 de área libre y recreativa, con dotaciones como diez salas de atención para niños, salacuna, lactario, sala de lactancia, dos salas para gateadores, comedor, cocina, zona administrativa y demás espacios requeridos.
Asimismo, con la operación de la Fundación Las Golondrinas y el apoyo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF–, se acompaña la atención del servicio con veintitrés madres comunitarias, ocho licenciadas en educación preescolar y un trabajador social, un psicólogo, un nutricionista, un artista mediador, una educadora especial y una enfermera profesional.
Pero además de la infraestructura y el personal profesional y técnico de apoyo, hay una apuesta educativa interdisciplinar que busca que los pequeños exploren y aprendan sobre temas como el agua, los animales, el medioambiente y las culturas regionales.
“Este jardín es un lugar de reconocimiento y de respeto, construido por la comunidad, donde se protege a los niños, se les cuida y se les forma en valores”, explica Yeini Margarita Ensuncho Celis, la coordinadora pedagógica.
Otro de los logros de este centro educativo, según el trabajador social Camilo Henao Mejía, fue posicionar la Mesa de la Primera Infancia de la comuna 1, donde participan alrededor de treinta personas, entre operadores de Buen Comienzo, líderes comunitarios, la Red de Bibliotecas, distintas secretarías de la Alcaldía, como de Gobierno y de Salud, y padres de familia, para buscar la movilización social, intercambiar conocimientos y experiencias para cualificar el trabajo, trabajar de manera articulada y reconocer a los niños como sujetos de derechos que son protagonistas del presente y gestores de un mejor futuro.
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